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Victoria Castel Sánchez, in memoriam

La doctora Victoria Castel Sánchez falleció el pasado 2 de febrero en la serenidad de su hogar, rodeada de sus seres queridos. Su muerte es el final de una vida dedicada a la medicina, a la investigación y a la luchar contra el cáncer infantil. 

Victoria nació en Requena en 1944, en plena posguerra. Era de esa generación de mujeres fuertes que crecieron en la austeridad y el esfuerzo. En 1967, completó su licenciatura en la Facultad de Medicina de Valencia. Inició su carrera en el Hospital Clínico como residente en Pediatría, trasladándose a La Fe en 1971, donde pasaría la mayor parte de su carrera. En 1972 viajó a Berna como research fellow para realizar su doctorado en inmunología. De 1973 a 1977, ejerció como médico adjunto y, a partir de entonces, asumió el rol de jefa clínica, dedicando su energía a desarrollar la Unidad de Oncología infantil hasta su jubilación. Cuando se retiró, en 2011, había pasado de ser una unidad pequeña a ser una unidad de oncología pediátrica de reconocido prestigio a nivel nacional y europeo.

Victoria siempre trabajó con una visión de equipo y multidisciplinar en todos los ámbitos: pasaba visita con las enfermeras, organizó el Comité de Tumores Pediátrico con una primera acta ya en 1976, creó la primera Unidad de Trasplante de Médula Ósea Pediátrico y realizó el primero en 1989. También fue pionera en la introducción de la hospitalización a domicilio para los niños con cáncer en 1997, con un convenio entre La Caixa y la Conselleria de Sanitat, de manera que los pacientes tenían cuidados directos de enfermera y médico los 365 días al año en casa, mejorando la calidad de vida y humanizando, más aún si cabe, la asistencia.

Visionaria y convencida de la utilidad de la investigación y de la importancia de las muestras biológicas en enfermedades raras  inició una colección particular de tumores pediátricos ya a finales de los años 1990. Esta colección se acreditó en 2007 en el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) y actualmente está custodiada en el Biobanco La Fe. En su etapa como investigadora emérita creó e impulsó el Comité de Medicina de Precisión en pacientes oncológicos pediátricos del Hospital La Fe. Victoria nunca dejó de buscar nuevas herramientas para mejorar la supervivencia de todos los niños con cáncer, ni de revisar la calidad de la asistencia que dábamos médicos y enfermeras, en pases de visitas exigentes y estimulantes.  

Fruto de su necesidad continua de mejora y aprendizaje, realizó una estancia en San Francisco, donde su amiga y compañera Kate Matthay le adiestró en el uso de MIBG como terapia en neuroblastoma y publicó un artículo de gran impacto sobre recaídas en este tumor infantil que se suma a las casi 170 publicaciones de impacto sobre su investigación en el ámbito de la oncología pediatrica. Por supuesto, no olvidó el aspecto biopsicosocial y en la década de los noventa  estimuló a los padres de los niños afectados a asociarse para buscar apoyos  y ayudas sociales, que hoy son habituales, pero entonces no existían. 

Estos últimos días, las redes sociales se han llenado de mensajes de condolencia y recuerdo de colegas de profesión y, también, de pacientes como Sabrina, que ha recordado a su doctora como una persona "dulce, atenta, cuidadosa y meticulosa con su trabajo, que convertía la habitación del hospital en un grito de futuro y valentía".

Victoria será recordada por su brillante carrera médica e investigadora y por su dedicación a mejorar las vidas de los niños con cáncer y, sobre todo, por su gran humanidad. Su legado perdurará como la guía en la búsqueda continua de conocimiento, de tratamientos más efectivos y de la mejor atención integral a los pacientes y a sus familias.

Descansa en paz, Victoria.

Adela Cañete Nieto